Nuestro querido lector Palmeril, Antton, un maestro de la blogosfera donde los haya, nos envía un artículo para participar en el concurso que hemos organizado. Aquí lo tenéis, para vuestro disfrute y regocijo:
Flipping in Switzerland
No sé qué le ponen a los porros en Suiza, pero aquello no me había pasado nunca y no me ha vuelto a pasar. Siendo estudiante estuve un verano cogiendo fruta por allí para pagarme las vacaciones, aquellas maravillosas vacaciones que acabaron con una visita al Vaticano. Además de tomates, (que te eslomas por la postura que hay que poner, así como medio agachao, medio no) albaricoques y alguna que otra cosa más, un par de días los dediqué a la manzana. Es un trabajo cómodo pero terriblemente aburrido: te subes al árbol, que son pequeñitos, te acomodas en una rama y vas cogiendo una por una las piezas, despacito, sin apretar mucho además, que si no al cabo de los días se les quedan marcados los dedazos. La pones en el cesto suavemente y a por otra. Es igualito, igualito a eso que dicen de aprender a bailar sevillanas, aquello de la cojo, la como y la pongo… o algo así, sólo que sin comerla, que si no, ni pagan.
El caso es que el segundo día, en un descanso, me pasaron un porrillo. Le dí un par de caladas, no más, y tras un poco de charla nos volvimos a subir cada uno a su árbol. Al cabo de un rato la cosa empezó a hacerme efecto… Resulta que en las hojas había mensajes… Sí, mensajes extraños y desconcertantes. Mensajes del más allá, supongo, porque eran misteriosos: “Mira detrás de la hoja” me decía uno y yo miraba… Y allí ponía: “Mira delante de la hoja…” así que si alguien me observaba habría visto cómo en vez de coger manzanas cogía las hojas las remiraba y les daba la vuelta. Pero la cosa no quedó ahí. Al cabo de un rato las hojas empezaron a criticarse y a discutir entre ellas. “Mira esa…” y yo miraba “…es una verde”. “No te fíes de aquella que tiene doble cara” me decía otra.
En esas estaba yo cuando en la montaña de al lado se reflejaba el sol del atardecer resaltando sus vetas, sus estratos, alternando el color arena, los sienas tostados, los rojizos y los ocres en una hermosa conjunción astral de color… Y de repente, con los últimos rayos se abrió la montaña y salió una bruja volando en su escoba. Fue descendiendo haciendo círculos en el aire hasta donde estaba y, sin pedir permiso ni nada, se metió en mi cabeza. Ahí sigue supongo, porque no ha vuelto a salir. Esa noche, volviendo a casa, las luces de Lausanne, encaramada sobre las colinas al borde del lago Leman, parecían una galaxia cercana y el Renault 5 era una auténtica nave espacial. La madre que me parió, qué le pondrán a los porros en Suiza.
El caso es que el segundo día, en un descanso, me pasaron un porrillo. Le dí un par de caladas, no más, y tras un poco de charla nos volvimos a subir cada uno a su árbol. Al cabo de un rato la cosa empezó a hacerme efecto… Resulta que en las hojas había mensajes… Sí, mensajes extraños y desconcertantes. Mensajes del más allá, supongo, porque eran misteriosos: “Mira detrás de la hoja” me decía uno y yo miraba… Y allí ponía: “Mira delante de la hoja…” así que si alguien me observaba habría visto cómo en vez de coger manzanas cogía las hojas las remiraba y les daba la vuelta. Pero la cosa no quedó ahí. Al cabo de un rato las hojas empezaron a criticarse y a discutir entre ellas. “Mira esa…” y yo miraba “…es una verde”. “No te fíes de aquella que tiene doble cara” me decía otra.
En esas estaba yo cuando en la montaña de al lado se reflejaba el sol del atardecer resaltando sus vetas, sus estratos, alternando el color arena, los sienas tostados, los rojizos y los ocres en una hermosa conjunción astral de color… Y de repente, con los últimos rayos se abrió la montaña y salió una bruja volando en su escoba. Fue descendiendo haciendo círculos en el aire hasta donde estaba y, sin pedir permiso ni nada, se metió en mi cabeza. Ahí sigue supongo, porque no ha vuelto a salir. Esa noche, volviendo a casa, las luces de Lausanne, encaramada sobre las colinas al borde del lago Leman, parecían una galaxia cercana y el Renault 5 era una auténtica nave espacial. La madre que me parió, qué le pondrán a los porros en Suiza.
A nosotros nos ha parecido un artículo estupendo, además de ser el primero que participa en el concurso. Antton tiene su propio blog, mejor y más divertido incluso que el nuestro, un blog del que nos declaramos seguidores asíduos, y podéis visitar aquí. Es uno de esos imprescindibles en tu lista de feeds, junto con "Legalize Palmeritas (ja... ja... ja...).
¡Recordad que para participar, sólo tenéis que hacer lo mismo que Antton y enviarnos un artículo! ¡Hay una camiseta esperándoos!
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